domingo, 4 de junio de 2017

LA ESTACIÓN DE LOS VIENTOS, Rodrigo Martín Noriega

La nueva novela de Rodrigo Martín Noriega, el autor de La variable humana y Relatos sobre las demás cosas, es de esas novelas que enganchan, que atrapa tu atención desde el principio, porque su argumento tiene misterio y tiene emoción.
los personajes vertebran la estructura de la novela en la sucesión de sus capítulos. Por un lado, están Marcos, Daniel y Germán. Marcos se ha ido del pueblo, Germán volvió allí después de estudiar, Daniel nunca se fue. Por otro, Marina y su madre, diferentes al resto del pueblo, aisladas desde siempre. La desaparición de Marina los vuelve a unir. El pasado no ha terminado, el presente debe rematar lo que no estaba concluido. Y ahí tenemos el misterio: qué une a estas personas. Y la sorpresa cuando lo vamos comprendiendo.
La trama es muy original, nada previsible, a partir de un suceso que no deja de ser, por desgracia, “habitual” en las noticias de los informativos casi todos los días: la desaparición de una persona en circunstancias extrañas.
La atmósfera de la novela es opresiva y misteriosa, el ambiente de los pueblos pequeños donde quien más quien menos oculta cosas; algo que resulta bastante absurdo, porque en los pueblos pequeños todo se sabe. Igualmente es opresiva y misteriosa la presencia de las montañas que rodean al pueblo, unas montañas milenarias, que siempre han estado ahí, que siempre han presidido la vida del pueblo y que ocultan una fuerza irresistible para los personajes.
De forma realista el autor recrea el ambiente de un centro de enseñanza secundaria, “un entorno ferozmente darwinista”. En un ambiente así, sabemos que habrá fuertes y débiles; pero no siempre las cosas son lo que parecen, ni los débiles son tan débiles ni los fuertes son tan fuertes. Y sobre todo sabemos que lo más importante que se aprende en el instituto, en la escuela, no es lo que nos enseña el profesorado, sino lo que aprendemos de nosotros y nosotras mismas, aunque solemos descubrirlo tiempo después.
En este sentido, quería señalar la relación que aprecio entre La estación de los vientos y las llamadas “novelas de formación”. En sentido estricto, la novela de formación es un subgénero en el que se muestra la transición de la niñez a la vida adulta. En el caso de los cuatro personajes protagonistas, Marina, Germán, Daniel y Marcos, ya son bastante adultos cuando ocurren los acontecimientos y podríamos pensar que la historia nada tiene que ver con su formación personal y vital. Sin embargo, precisamente asistimos al momento clave de la vida de los cuatro, un momento de tránsito y de conocimiento interior. Nada volverá a ser igual entre ellos ni en sus vidas individuales cuando acabe la novela, porque vamos a asistir a la toma de conciencia, a la asunción, a la comprensión, de la parte de sus vidas que tenían oculta o sometida de algún modo. Es un proceso de madurez y por eso considero que La estación de los vientos es una novela de formación.
Pero también, en el fondo, La estación de los vientos nos cuenta la historia de una saga de mujeres desde los tiempos más remotos a la actualidad. Y resulta muy inquietante observar cómo, en realidad, las cosas no han cambiado tanto, a pesar de las capas de supuesta cultura y civilización que nos hemos ido echando encima. A las personas, más a las mujeres, se las sigue valorando por su físico, por el exterior, y seguimos sintiendo rechazo y miedo por lo diferente. Porque aunque hemos visto evolucionar el pueblo de los protagonistas desde que era un poblado de chozas hasta ahora, que tiene internet y una autovía cerca, la gente sigue siendo tan cerrada y tan poco solidaria, y tiene tanto miedo y odio como en la época en que se quemaba a las brujas en la hoguera. Parece, por tanto, que la tecnología no cambia ni el comportamiento ni los sentimientos de las personas. Es una reflexión que yo creo que La estación de los vientos invita a que nos hagamos. Y Marina es el ejemplo cabal de la mujer juzgada y rechazada cuando no se va más allá de la superficie.
He desgranado algunos temas que trata esta novela, pero hay muchos más: la amistad, la solidaridad y el egoísmo, las guerras, la religión, los miedos individuales y colectivos, las relaciones de poder, el acoso escolar, la situación de la mujer a lo largo de la Historia, la violencia machista, los sueños, la magia…
Resulta especialmente interesante la importancia que el subconsciente, los sueños y las fuerzas naturales tienen en el desarrollo de La estación de los vientos, en mi opinión. Los sueños, las premoniciones, las visiones, están presentes en la novela desde el principio, y colaboran para recrear esa atmósfera de misterio en la que algunas veces no sabemos si las vivencias de los personajes son reales o son sueños, o tal vez realidades más profundas que están en el subconsciente desde tiempos inmemoriales y que les empujan a actuar de una forma determinada. El cuadro de Marcos, el lugar en que está enclavado el pueblo y sobre todo, Marina y Saturnina y todas las mujeres de su familia, remiten a ese inconsciente colectivo del que habló Carl Jung. Es como si a los personajes de La estación de los vientos les movieran sin remedio unas fuerzas naturales, unas fuerzas telúricas. Tal vez podríamos decir que es la madre naturaleza que impone su ley porque tiene que ser fecundada para cumplir ciclos sin fin.
Destaca también la manera tan plástica en que utiliza el autor las palabras para describir a los personajes o para narrar los acontecimientos. Pondré el ejemplo del primer capítulo para explicarlo: es el comienzo del libro y habla Marcos. La novela está construida de una manera muy original, intercalando los pensamientos y recuerdos de los personajes. Pues bien, en el primer capítulo Marcos rememora su infancia en el pueblo desde arriba, como si fuera un pájaro que sobrevolara las casas, las montañas, la iglesia…, como un pájaro que se acerca y se aleja. También de forma simbólica, Marcos, como el pájaro, se acerca y aleja de su pueblo y lo mira con una mezcla de amor y odio.
Esta novela está muy elaborada y tiene muchos detalles que cobran más sentido cuando la acabas de leer. Y precisamente por esos detalles, porque debes estar atenta para no perderte ninguno, su lectura resulta más gratificante, porque exige tu participación como lectora para su recreación.
Tal vez el mensaje final que he extraído de su lectura es la necesidad de respetar a las personas y a la naturaleza, entre otras cosas porque todo vuelve, todo se paga o todo tiene su recompensa. Y todo queda en la conciencia de cada cual. En resumen, La estación de los vientos entretiene, tiene un mensaje y está bien escrita. Creo que merece la pena su lectura.


   

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